Es 29 de septiembre y mi hija tiene gripe; pero no la gripe nuestra de todos los días. Todo parece indicar que tiene la H1N1 o gripe porcina. Ayer tuve que recogerla de la escuela como a las dos y media porque tenía fiebre de 102.5 grados. La llevé con su pediatra y después de dos horas y una consulta veloz con el siempre buena onda Dr. Hidalgo, le hicieron la prueba y salió positiva.
En fin, mi hija se toma su Tamiflu y hoy amaneció mejor y en compañía de los esmeros de su papi que se quedó con ella en casa. Mañana me toca a mí para que el padre vuelva a su rutina laboral.
Yo me juro y me perjuro que no habré de enfermarme, que mi cuerpo sabrá resistir este maldito virus pero, la neta, como que empiezo a sospechar que voy a caer pese a mi rebeldía. Hidalgo prácticamente lo dio por hecho por mi situación del accidente cerebrovascular y que quedé muy propensa a todas estas cosas.
Pero yo me enojo y digo que por mi voluntad ni madres que me enfermo, si por ello es, yo estaré siempre sana, fuerte y rica.
He dicho. Publíquese.
Margarita
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